martes, 24 de noviembre de 2009

Raíz Morente


Ficha: Enrique Morente
Guitarra: Pepe Habichuela
Cante atrás y palmas: Angel Gabarre, Antonio Carbonell, Enrique Morente hijo
Baile: Soleá Morente, Victoria Carbonell

Enrique Morente lo dio todo en la noche del sábado en el teatro Campoamor. Subió el telón y dejó ver en una penumbra la roá gitana por debla. Ahí es ná. Empezó por la raíz y así siguió. No sabemos si por dar satisfacción a su peña ovetense (es conocido el gusto clásico de la afición asturiana) o si fue porque al llegar a una edad, en donde hay trayecto y experiencia detrás, se regresa a la sabiduría, a las fuentes primigenias, a la raíz. Nos inclinamos por esta hipótesis que además nos corrobora ese empezar con sonido de mantra tibetano por roás, un palo flamenco, si se puede considerar así, caracterizado porque un grupo de hombres y mujeres (en este caso hombres), puestos en una rueda, celebran un ritual milenario de resonancias religiosas, donde se alternan los cantes, se improvisan arranques de baile y se palmea con vigor en un ejercicio de comunicación ancestral y primitiva. Es como si unos paisanos en un chigre comparten la sidra y echan unos cantarines al final de la jornada después de catar a las vacas. Una fiesta íntima que los gitanos ocultan a los extraños y que Morente regaló a los ovetenses, a los que quiere y considera “de casa”. Siguió el maestro por alegrías, él solito con Pepe Habichuela, uno de sus acompañantes habituales, uno de los grandes del toque que además tiene una virtud “antigua” que se echa de menos en los tocaores de hoy y es que deja cantar y pasa desapercibido porque sabe que el cantaor es el protagonista. Atrás, cinco hombres con palmas y otro con cajón, en un plano discreto pues Morente quiso dar concierto clásico en donde el cantaor está en la intimidad que solo comparte con la guitarra. Luego pasó a la granaína, muy clásica también, pero con su toque de gracia morentiana y con un Habichuela magistral y de una rudeza racial que solo consigue un Habichuela. Sigue por los palos del flamenco de verdad y nos sorprende por aires de seguirilla con ese sonido impecable que da el teatro Campoamor para el cante jondo (ya lo comprobamos con su hija Estrella Morente) y que viene a dar en tango. El quinto tema es otro regalo a su afición asturiana: un cante por cabales, un palo en desuso de una gran belleza y antigüedad, con letra de García Lorca y que dedica al guitarrista asturiano Pepín Salazar “con el que luché en Madrid”. También hubo palabras de agradecimiento para su amigo Gabino de Lorenzo “impulsor del flamenco”. Un palo complejo de interpretar, que cambia de ritmos y de tonos, de mayor a menor y viceversa y cuya interpretación nos recordó un poco al gran Camarón. Nuevamente retornamos al cante por roás, al corro gitano que impresiona también por una buena iluminación en donde un solo foco cenital cae sobre esos gitanos vestidos de negro dando cada uno su propio dolor y su expresión de la pena y la alegría que se torna en unas bulerías a pelo, con la percusión que da el propio cuerpo, las manos, los dedos, el pecho, las rodillas, los muslos, los talones y lo que haga falta. Es la pureza del cante y del baile, el origen, la raíz y vemos destacar de ese corro a un joven que canta con una voz muy especial y prometedora y es que no es otro más que Enrique Morente, hijo. En la siguiente pieza (llevamos una hora de concierto) Enrique invita al escenario al pianista flamenco Pedro Ricardo Miño, que participó estos días en la suite flamenca de Arturo Pavón. Aquí Miño brilló con luz propia mucho más que en la suite, pues estaba más en su salsa, además por un palo jondo, la soleá, que intercaló con una malagueña. Qué bien la llevó el pianista acompañando al maestro Morente y qué difícil debe ser transformar el sonido del piano en una guitarra por soleá. Miño en todo su esplendor, llevando a las teclas la intensidad de un arte que no solo interpreta sino que siente, como demostró. Una hora de Morente y aún no suena a Morente porque el granadino se ha dado al flamenco clásico, al de siempre y deja para el final su peculiar estilo y el producto de su investigación de años. Estamos en la segunda parte y el intimismo jondo sólo reservado para el artista y su Pepe Habichuela, abre las puertas a la fiesta. Entran en escena la familia de los Carbonell-Morente-Montoyita, pues allí estaban toda la familia, para hacer lo que mejor hacen en familia los gitanos: expresarse a través del ritmo y aunque a Morente no le gusta que le encasillen en familias porque se siente ciudadano del mundo y el mismo es precursor de una nueva dinastía, lo cierto es que allí había familia y de las buenas del flamenco. Allí estaban Victoria Carbonell y Soleá Morente bailando cada una con su estilo y llegamos a los esperados tangos de Morente y su yali yali, a las bulerías morentianas casi susurradas y a su fiesta familiar para acabar, dos horas después, el concierto en el que hubo también dedicatorias a Fernanda y Bernarda de Utrera. La sorpresa vendría a continuación cuando sale a escena el gaitero Tejedor y junto a Morente se arranca por toná asturiana, a su estilo, con un poema de Ángel González, su amigo: “otro tiempo vendrá distinto a este”. Un sonido emocionante que nos transporta de la fiesta gitana a los verdes valles asturianos, a la solemnidad de la gaita y a la toná, alegre, melancólica y esperanzadora que va incorporando al final el palmeo y acaba convirtiendo el poema en un himno, en una abrazo intenso entre Granada y Asturias, allí donde Andalucia y Asturias se encuentran, como dijo el propio Morente: en lo jondo. El público que abarrotaba el Campoamor se levantó para aplaudir sin fin y arrancar un bis por fandango a un Morente agotado, con la voz cansada, pero aún poderosa, que lo dio todo a su afición asturiana, cada vez más numerosa y entusiasta. El final fue un homenaje y la entrega del emblema de oro y el diploma de socio de honor al artista por parte del presidente de la peña ovetense Guillermo Pérez de Castro, como colofón al XXV aniversario de esta asociación.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Grandeza de la Pena


Ficha: Suite Flamenca de Arturo Pavón para orquesta y piano: Orquesta Oviedo Filarmonía dirigida por Max Bragado. Cantaora: Luisa Ortega. Guitarra: Paco Cepero. Piano: Pedro Ricardo Miño.

Recital de Paco Cepero, junto a Paco León.

Rocío Molina y su grupo. Guitarra: Francisco Cruz y Rafael Rodríguez “Cabeza”. Cante: José Anillo.

Auditorio Príncipe de Asturias de Oviedo. Jueves 19 y viernes 20 de noviembre de 2009 a las 20 horas.


La Suite Flamenca de Arturo Pavón se interpreta íntegra en Oviedo 44 años después de la primera grabación

Orquesta, guitarra, cante y baile desplegaron el universo flamenco en el XXV aniversario de la peña Enrique Morente ante un Auditorio lleno hasta la bandera que aguantó un largo espectáculo

La magistral actuación del guitarrista Paco Cepero fue la más aplaudida aunque el público se emocionó con el taconeo de Rocío Molina, el cante atrás de José Anillo y el toque de Rafael Rodríguez “Cabeza”


Fernando Romero.-
En las entradas y en los carteles se anunciaba “Suite Flamenca de Arturo Pavón para Orquesta y Piano” pero, en realidad, lo que se ofreció al público fueron tres conciertos en uno que sintetizaron todo el universo flamenco: cante, baile y toque y que expresaron la versatilidad de este arte y su capacidad para ser interpretado desde la fragua hasta el gran salón, pasando por el tablao. El espectáculo se desarrolló en dos jornadas, jueves y viernes y en ambas, hubo aforo completo, demostrando que el público asturiano está por el flamenco. Y no es hablar por hablar, porque la primera jornada, la del jueves, duró cerca de tres horas y a pesar de que era víspera de día laborable, la gran mayoría de los asistentes resistieron hasta el final aunque fue inevitable que se produjera un goteo de deserciones en la última parte. Los organizadores tuvieron que enmendar el exceso y el viernes se recortaron las actuaciones para hacerlas más llevaderas y no sobrepasar las dos horas.

Suite
Abrió el espectáculo la suite flamenca de Arturo Pavón para orquesta y piano, interpretada por la orquesta Oviedo Filarmonía, en un homenaje al precursor del piano en el flamenco, sobrino de la Niña de los Peines y de Tomás Pavón, fallecido en 2005. Su viuda, la cantaora Luisa Ortega, hija de Manolo Caracol, tuvo una breve y emotiva aparición especial en una de las piezas. Este fue un concierto muy interesante y hay que resaltar algunos detalles previos a su puesta en escena, ya que fue preciso rescatar partituras manuscritas originales que estaban en poder de su viuda. La pieza “El remedio” y otras se tuvieron que “sacar de oído”, porque no existían partituras de orquesta y el material del que se disponía “estaba muy mal” explica María Riera, directora de la Fundación Musical Ciudad de Oviedo. En definitiva, en Oviedo se escuchó la suite de Pavón en su integridad, todo un privilegio que no se repetía desde su grabación original, en 1965.

Las trompetas abren el concierto para iniciar un tema por soleá y escuchamos por primera vez la guitarra de Paco Cepero, que no pudo rendir al máximo no por su arte, que lo desplegó, sino por una ecualización poco adecuada y que impidió escuchar con nitidez los punteos y acordes del maestro. Pedro Ricardo Miño demostró que la fuerza y pasión del cante se pueden trasladar al teclado. Muy buena orquestación y estupenda dirección, aunque bien es verdad que a más orquesta menos flamenco y más aire de copla y de quintaesencia española al estilo de los maestros Rodrigo y Falla. La segunda pieza, con sabor a fandango por violines nos traslada a Andalucía aunque sorprende lo bien que la guitarra es sustituida por el arpa, tan ajeno culturalmente al flamenco. Haciendo un esfuerzo de traslación de la orquesta al patio flamenco, nos imaginamos que el piano es el cantaor y la orquesta es el espíritu, es decir la tradición gitana, el duende. El siguiente tema lo introduce un violín que nos aproxima a la música oriental, al mestizaje de los pueblos que construyeron la cultura española. La esencia y el fondo llevados por la instrumentación orquestal, solemne, que europeíza lo español. Y a ratos oímos, como si del martilleo sobre el yunque se tratara, un gong que nos rememora esos cantes de fragua tan raciales como el martinete. Entran luego los tangos con gran dramatismo orquestal y poco protagonismo de la guitarra para pasar a unas alegrías de Cádiz que empiezan, como es de ley, con un tiriquitran tran tran pero en vez de salir de la boca del cantaor, en esta ocasión lo hace de la percusión de una caja redoblada. Regresa entonces a la escena Cepero y da la sensación de que va a arrancar el palmeo, pero no hay palmas pues el corsé orquestal lo envuelve todo y la disciplina se impone a lo emocional. En la siguiente pieza la música nos evoca la Andalucía profunda del olivarero altivo y el violín lleva los melismas del cantar, algo que debe ser realmente difícil si tenemos en cuenta los ricos matices de la voz humana. La suite entra ya en su fase final y los músicos han conseguido transformar el sentimiento íntimo de la pena del flamenco elevando a otros mundos la queja individual hasta hacerla, pública y solemne, grande, única. La octava pieza de la suite tiene evocaciones de petenera, ese palo flamenco que habla de la muerte y que los gitanos supersticiosos evitan cantar. Y uno llega a la reflexión siguiente: ¡qué bien se abraza el flamenco a otras músicas! ¡cómo se nota que es un arte mestizo , que nunca chirría cuando se junta con acordes extraños!. En el último tema aparece Luisa Ortega con un vestido de gitana de larga cola que le obliga a caminar con tiento para no tropezar con los cables de los micrófonos. Por seguirilla, interpreta El Remedio, compuesto por su marido Arturo Pavón. Entra la hija del gran Manolo Caracol y el piano y la guitarra se replican y contrarreplican en un juego de gran belleza. La Ortega canta bien pero sin fuerza, pues detrás no tiene solo una guitarra sino toda una orquesta.

Cepero
Así finaliza la suite, dando paso a un nuevo concierto (tras el necesario descanso del público) el de Paco Cepero, maestro guitarrista al que acompañaba una joven promesa (18 años) Paquito León, del Puerto de Santa María. Empieza con Noche Andalusí, un tema propio en donde hay un brutal rasgueo flamenco. Da paso luego la guitarra a unos tanguillos de Cádiz, muy logrados. Seguimos por bulerías pero antes el artista jerezano saluda a los ovetenses y les jalea su fabada y “su pueblo” al que no duda en calificar como “el más bonito del mundo” (¿exageración andaluza?). Siguió luego con tangos, cantes de ida y vuelta llegando a la plenitud por un palo grande, la seguirilla para rematar con su último trabajo “Feria” con aire de bulería (no olvidemos que es de Jerez) y con “El agua marina”, una rumba con ecos de Entre dos Aguas del gran Paco de Lucía. Arrancó el de Jerez tantos o más aplausos que la orquesta que le precedió y a la que acompañó, demostrando que el maestro sigue en forma (a pesar de una incorrecta ecualización que no hizo justicia a su arte).

Rocío baila
En la tercera parte el escenario es ya un tablao y atrás quedan los ecos orquestales. Es el turno de Rocío Molina una jovencísima bailaora malagueña cuyo arte ha sido reconocido en todos los ámbitos de la danza y el flamenco y que en 2003 estuvo en Oviedo invitada por la peña Enrique Morente. Rocío entró, ante la sorpresa del público, vestida a la moda de las jovencitas de hoy, con falda apretada y botas altas. Todos esperábamos a la tìpica bailaora con traje de lunares. Elegancia, medida, control y duende sobre el suelo, con un cuadro flamenco atrás de primera categoría: Paco Cruz y Rafael Rodríguez “Cabeza” a la guitarra, José Anillo al cante y Laura Godaimas a las palmas. Empezó la malagueña con un taconeo a pelo y, a cada palo cambiaba el atuendo. Entre medias, había una intervención de guitarra o cante. Baile gitano con toque y cante grande para rematar el espectáculo flamenco. Lástima que se prolongara tanto y que en la parte del baile el público estuviera ya poco receptivo por puro cansancio.

En resumen: universo flamenco completo, mucho arte, orquesta y tablao en un mismo espacio, en un espectáculo en el que mandaron las guitarras y en el que la pena se hizo solemne.

Publicado en La Nueva España:

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Oviedo rescata la versión completa de Suite Flamenca de Arturo Pavón, inédita desde 1965


Jueves y Viernes 19 y 20. “Suite Flamenca” de Arturo Pavón interpretada por la orquesta Oviedo Filarmonía, en un homenaje al precursor del piano en el flamenco, sobrino de la Niña de los Peines y de Tomás Pavón, fallecido en 2005. Su viuda, la cantaora Luisa Ortega, hija de Manolo Caracol, tendrá una aparición especial en uno de los temas. En la segunda parte actuará la bailaora Rocío Molina, quien ya había estado en Oviedo en 2003 invitada por la peña ovetense. Este concierto está dirigido por Max Bragado y contará como solistas a Pedro Ricardo Miño, al piano y al veterano tocaor Paco Cepero. Un merecido homenaje al pianista y compositor que perteneció a una de las principales dinastías flamencas.Orquesta Oviedo Filarmonía

Director: Max Bragado

Piano: Pedro Ricardo Miño

Guitarra: Paco Cepero



1.- Suite Flamenca, de Arturo Pavón (duración aproximada 45 minutos)

2.- El Remedio, de Arturo Pavón. Cantaora: Luisa Ortega (viuda de Arturo Pavón e hija de Manolo Caracol). Duración aproximada 10 minutos

3.- Paco Cepero solo a la guitarra (programa a determinar en el momento). Duración aproximada 20 minutos



En la segunda parte, ya sin orquesta



Baile: Rocío Molina

Guitarra: Paco Cruz

Guitarra: Rafael Rodríguez “Cabeza”

Cante: José Anillo

Palmas: Laura Godaimas



PROGRAMA:

De Romero (Taranto en Homenaje a Fernanda Romero)

Cante

Guajira

Malagueña (Rafael Rodríguez)

La zocata (Zapateado)



De la Suite Flamenca de Arturo Pavón sólo existe una grabación en el mercado del año 1965, en la que ya participó el guitarrista Paco Cepero, en aquella ocasión con la Orquesta de Castilla y León. Debido a esto, el Ayuntamiento de Oviedo ha querido volver a grabarla en vivo en esta ocasión, los dos días de concierto.


Se tuvieron que rescatar partituras manuscritas originales que tenía la viuda de Arturo Pavón, Luisa Ortega, que también participará como cantaora en este concierto, en la obra “El remedio” y otras se han tenido que ir sacando de oido, porque no existían partituras de orquesta, y el material que había estaba muy mal. El trabajo de copia y rescate de partituras lo hizo Rafael Fernández Biedma. En este sentido el Ayuntamiento contó con la colaboración de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, que ya en marzo de 2009 había rescatado una parte de esta Suite (no completa) y la tocó la Orquesta de Córdoba en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, con los mismos intérpretes y director. El Ayuntamiento de Oviedo ahora ha recuperado tres números de la Suite que faltaban, y esta será la primera ocasión que se toque completa desde el año 1965 que se grabó. La Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco y el Ayuntamiento de Oviedo firmaron un convenio de colaboración por el cual se han prestado estos materiales de orquesta para que ambas instituciones los tengan completos.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Oviedo se viste de flamenco


Durante los días 19, 20 y 21 de noviembre Oviedo será la catedral del flamenco, con una amplia oferta musical que incluye, entre otras actuaciones, las de Enrique Morente y Juan Peña el Lebrijano. Pero además, los bares y restaurantes de la capital asturiana ofrecerán a sus clientes vinos y tapas andaluzas, para contribuir así a crear un ambiente más flamenco en Oviedo. Seguiremos informando de todas las actividades previstas para la próxima semana.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Falo Jiménez rescata la "montañesa" de origen asturiano en la presentación de su peña


El cantaor asturiano Falo Jiménez ya tiene peña propia. Un grupo de madrileños ha creado una asociación que lleva su nombre y la presentarán hoy en la delegación que el Principado de Asturias tiene en Madrid, en un acto público. Falo estará presente y cantará algunos de los temas qe incluirá en su próximo disco y que irán precedidos por un single. El single incluirá dos cantes, que serán los interpretará el próximo 11 de noviembre:
Soleá de Juaniquí de Lebrija (cante, piano y pandero cuadrado)
Posiblemente el estilo de soleá más antiguo que se conoce. Falo actúa como nexo de unión entre el Tío Juaniquí y Pablo Suárez, músico flamenco de formación clásica. El resultado es una reinterpretación del cante que intenta rescatarlo en su forma más
original.

Montañesa (cante, guitarra, panderos y palmas)Palo flamenco prácticamente desaparecido, grabado por el Niño de la Isla y procedente del folclore asturiano. El cante consta de dos partes, de las que el Niño de la Isla sólo grabó una. Falo rescata en este tema la segunda parte aportándole también otros estilos para
construir un cante completo.

Sobre el nuevo disco falo nos ha dicho que “la idea sigue siendo rescatar palos en desuso y buscar nuevas armonías y contextos sonoros que actualicen y enriquezcan los cantes. El ofrecerlos actualizados al público de hoy es para mí una manera de destacar su esencia”.La Delegación del Principado de Asturias en Madrid se encuentra en la Glorieta de Ruiz Jiménez, 1 (Metro San Bernardo)-Entrada por Santa Cruz de Marcenado

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PROGRAMA DEL ACTO (ABIERTO AL PÚBLICO)
-Presentación: Miguel Marinas (presidente) y Mercedes Martín Luengo (vocal)

-Intervenciones de Ángel Álvarez-Caballero, Antonio Parra, José María Velázquez-Gaztelu y Joaquín Sanjuán
"En torno a la comunidad flamenca, su presente y su futuro"

-Rafael Jiménez Falo presenta en concierto un adelanto de su próximo disco:

Cante Rafael Jiménez Falo
Guitarra J. A. Suárez Cano
Violoncello José Luis López
Piano Pablo Suárez
Percusión Daniel Suárez Sena

El flamenco en el cante y la poesía


El próximo día 12 de noviembre, a las 20 horas, en el Club de Prensa de La Nueva España, se desarrollará una conferencia titulada "El Flamenco en el cante y la poesía" a cargo de Salvador de la Peña Luque. Luque es periodista y miembro de la Asociación Nacional de Críticos, Investigadores y Estudiosos de Arte Flamenco. La conferencia, que se enmarca en los actos de celebración del XXV aniversario de la peña Enrique Morente de Oviedo, contará además cpn la actuación en directo de Pepe Lara, al cante y Paco Lara al toque. El ciclo de conferencias se cierra el próximo 19con una charla de Balbino Gutiérrez (escritor y biógrafo de Enrique Morente) sobre "Enrique Morente, cantaor", también en el Club de Prensa de La Nueva España.

miércoles, 28 de octubre de 2009

"En el flamenco hay algo que se nota cuando uno es de Jerez”



Entrevista con José María Molero, guitarrista

José María Molero es uno de los principales exponentes actuales del llamado estilo clásico jerezano. De formación académica (estudió guitarra clásica en el Conservatorio de Sevilla) este jerezano mamó del flamenco especialmente de Manuel Soto “Sordera”, y acompañó a los mejores cantaores: José Meneses, José Mercé, Enrique Morente, Vicente Soto “Sordera”, María Vargas, Chano Lobato y, recientemente Sonia Miranda. Anduvo por los mejores tablaos de Madrid (Torres Bermejas, Café de
Chinitas, Los Cabales, Corral de la Pacheca). Es y ha sido tocaor de los principales ballets de España, como el Nacional, María Rosa o Rafael de Córdova y ha recibido numerosos premios entre los que destacan Premio Copa de Jerez de Guitarra 84-86 o, más recientemente, Premio al Acompañamiento de la Peña del Taranto de Almería. De trato afable, es buen conversador y demuestra tener una amplia cultura flamenca. Empieza a ser uno de los “clásicos” de la peña flamenca asturiana Enrique Morente y es que le encanta Asturias y la afición asturiana.


-José María, vuelves a Oviedo y llegas acompañando a un cantaor con el que sueles hacer pareja artística, el Yeyé de Cádiz. Hace un año recibiste el trofeo peña El taranto de Almería, como ahora, también estabas con el yeyé...
-Normalmente los premios se los dan a los cantaores. Pero ese premio, que se dio en esa ocasión es para el guitarrista, para el mejor acompañamiento. El primer año se lo llevó Paquito Cortés, el segundo año fue compartido por el Niño del Cura y Manolo Franco y el tercer año he sido yo.
-¿Se valora más al cantaor que al tocaor?
-Normalmente sí, por eso es tan bueno que exista ese reconocimiento al trabajo que hay detrás
-¿Cuál es el cantaor con el que trabajas más o te sientes más cómodo?
-A mi cualquier cantaor que cante bien me gusta, me siento bien con él. Yo llevo muchos años con el Sordera padre y con él fue con el que aprendí todo. Después de él estuve con mucha gente, con Antonio el yeyé… en fin siempre con los que cantan bien.
-Gracias por lo que toca (interviene el yeyé)

-Y estadísticamente con quien has tocado más veces?
-Posiblemente con Manuel Soto. Luego estuve mucho tiempo seguido con José Marcé, con Enrique Morente, con Ramón el Portugués y su hermano, que fuimos los primeros flamencos que estuvimos en un ballet nacional de España cuando se constituyó. También he estado mucho con Vicente Soto. De los que hay ahora me gusta mucho Sonia Miranda, he acompañado a Chano Lobato Cada uno tiene su sello.
-¿Y solo?
-También he tocado solo
-¿Cómo estás más cómodo?
-Pues estoy verdaderamente cómodo sentao en el sofá de mi casa… me gusta la guitarra de la manera que sea, incluso para bailar, aunque a mi me gusta el cante, yo por ejemplo canto (y no lo hago mal) lo que pasa es que no tengo facultades, pero me gusta.
-En tu trayectoria profesional has recibido numerosos premios...-
-Algunos, algunos

-Se habla de tu estilo jerezano
-Bueno eso es cosa de los críticos. Hombre, siempre Jerez ha tenido un sello propio. En la forma del rajeo, del gordoneo de la guitarra. El típico toque de Jerez es un toque muy sobrio, de acordes concretos y con mucho aire, con ese sabor rítmico que tiene una mecánica. Todo lleva una matemática para funcionar. Culquier persona que tenga un poco de sabor, de sentimiento y sobre todo de ritmo puede tocar con mucho aire y no hace falta que sean de Jerez. Es una escuela especial.
-¿Jerez da una impronta tanto en el cante, com en el toque y el baile?
- Es un sello. Hay algo que se nota cuando uno es de Jerez
-Como el vino
-Exactamente… no sé lo que es pero hay algo en el sonido, en la expresión… algo especial. Y es una cantera que esperemos que dure muchos años más.
-¿Y como ves precisamente a los de la cantera?
-Hay gente... aunque a veces la juventud se pierde un poco por algunos senderillos. No está mal pero hay que escuchar a los que han creado las grandes escuelas.
-Cuáles son para tí esas escuelas
-De los que se fueron, en cierto tipo de cantes Antonio Chacón. A todo el mundo que le guste el flamenco tiene que oir a Chacón forzosamente, porque es una maravilla, sonido, control, conocimiento, modulaciones… una maravilla y en su opuesto quizás estaba Manuel Torre, que era muy racial, que hacía sus cantes de una manera muy arcaica pero tenía un sabor y un genio muy personal. Yo personalmente, en las grabaciones que le oído siempre le he oido deficiente. No sé si porque tenía que beber mucho para grabar. Otros son Manuel Soto Sordera, que para mi es una voz privilegiada y un sentido del ritmo increíble. Uno de los grandes estilos de Jerez es la soleá por bulerías, uno de los estilos clasícos y puros de Jerez y el Sordera era el padre de este estilo. Por supuesto, Camarón de la Isla, que ha hecho mucho por el flamenco ¡mucho! Aunque la gente a lo mejor no lo ha entendido en su momento. Antonio Mairena, que vamos a decir. Hoy tenenos a Enrique Morente, que ha aportado cantidad de cosas al flamenco y ahí está su escuela, porque lo importante es crear escuela pero por los cánones del flamenco.
-Y en el toque, ¿Quiénes son tus maestros?
- Desde Ramón Montoya, que fue el padre de la guitarra, Paco de Lucía, Sabicas, Melchor de Marchena, Mario escudero, de Alicante, que fue otro genio de la guitarra... Antes de Montoya no eran tan buenos, sabían tocar cuatro acordes. A partir de Montoya la guitarra ha evolucionado. El diapasón empezó a moverse de arriba abajo dio nuevos registros y apertura.
-Acompañar al cantaor ¿es complicado? Supongo que cada uno tendrá sus maneras y su estilo y hay que seguirle
-La principal virtud de un tocaor de flamenco es saber que está acompañando y no es el protagonista. Tiene que asumir que el protagonismo lo lleva el cante. Pero la labor de un buen acompañante es saber analizar al cantaor que está con él, si tiene más facultades, si puede alargar más, si necesita más velocidad o menos… cada cantaor es distinto y hay que adaptarse.
-¿Y con el yeyé, que tal?
-Este hombre tiene fuelle pa parar cuatro trenes… Lo que hay que tener es sabor, porque la rítmica puede ser matemática y uno puede ser un robot.
-¿Puede haver partituras en una actuación flamenca?
- Ahora empieza a introducirse en los conservatorios el flamenco y me parece muy bien porque el flamenco debe estar en un pedestal muy alto porque es una música riquísima, muy completa y muy compleja y tienes que estudiar tanto o más que una carrera. Creo que es un acierto meter en los conservatorios el cante y la guitarra. Veo bien que los nuevos guitarristas sepan leer un papel, es fundamental y enriquece. También hay que tener en cuenta que si te limita o te absorbe en tu vida vas a perder otras cosas, como la fiesta, el salir y trasnochar, el vivir la vida de otra manera. No es lo mismo estudiar el flamenco que vivir el flamenco.
-¿Es un estilo de vida?
-Es un estilo de vida y lo que está claro es que tocar por soleá mirando un papel es imposible porque esto es racial y no puede ser frío.
-Tienes también una faceta importante como compositor. Para quien compones
-He hecho cosas para el ballet nacional… sigo componiendo. Ahora tengo un concierto para guitarra flauta y chelo que estoy terminando y quiero grabarlo. Yo siempre estoy componiendo cosas… me encanta. Doy clases en algunas escuelas
-¿Te da tiempo a todo?
-Tenemos que tocar hasta en el infierno. Vivimos de esto y hay que ir adonde nos llamen y si es para dar un abrazo a nuestros amigos, como los que tenemos en Asturias, mejor que mejor

sábado, 24 de octubre de 2009

¿Proviene de Asturias el cante jondo?


Bajo el título “Asturias en el flamenco”, Miguel Rodríguez Coto, médico y miembro activo de la peña ovetense Enrique Morente, impartió el pasado día 22 de octubre en el club de prensa de La Nueva España una conferencia en la que intercaló a modo de ejemplo actuaciones en directo de flamenco (martinete, farruca, garrotín, tarantos mineros y toná) y de tonada asturiana, la forma arcaica del canto de Asturias y cuyas vinculaciones con el cante andaluz se trataron de demostrar en una animada e interesante charla. Por la parte flamenca actuaron Antonio López Olmo, el yeyé de Cádiz y el guitarrista jerezano José María Molero, mientras que en la asturiana actuaron, al cante, Juan José Martínez Juanjo y Alberto Varillas a la gaita.



Comenzó Coto hablando de que los melismas de la música flamenca no son esenciales porque el carácter flamenco se basa en su sistema tonal además de en sus particularidades rítmicas que la diferencian de otras regiones. Y así enumeró los numerosos palos del flamenco. Citando a Luis y Ramón Soler, en soleá hay 95 y 60 en seguirilla . A ello hay que añadir los cantes de ida y vuelta y los denominados galaico-astures que son el garrotín y la farruca.

Coto describió la tonada asturiana y su originalidad y profundidad, así como su carácter autóctono. Recordó el conferenciante que Falla señaló en su día que las características del cante jondo son iguales que las de la tonada asturiana, con vínculos arábigo andaluces. “La diferencia la marca la atmósfera y el universo anímico de ambos cantes que son radicalmente distintos. Así, el cante jondo es introvertido y expresa soledad, mientras que la tonada asturiana va mas hacia la extroversión, hacia el vencimiento de esa soledad y está más vinculado a la naturaleza, mientras que el flamenco a la opresión”, afirmó.

El conferenciante habló de la presencia musical andaluza en el cancionero asturiano y dijo que esa presencia está muy difundida por toda España. En este sentido explicó que los cancioneros tradicionales no son totalmente autóctonos ya que incorporan canciones de otros sitios. “Durante un tiempo se descalificaba cualquier toque de andalucismo, pero los que lo hacían no sabían, según el estudioso Martínez Torner, que algunas canciones asturianas que los asturianos consideran ya como propias no encajan más que en el sistema tonal andaluz. Torner contabilizó 56 temas ajenos de un total de 500 del cancionero asturiano.

Asturias en Andalucía
Según Coto, Asturias está presente en Andalucía a través de la farruca y el garrotín. El término farruca viene de farruco, que así denominaban los andaluces al gallego o asturiano recién salido de su tierra. Este palo, de orígenes oscuros según matizó Coto, lo cultivó El Loli y Manuel Torre a principios del siglo XX. Otros que también lo hicieron fueron Ramón Montoya y el bailaor El Gato. Estos artistas lo elevaron a profesional aunque sus coplas eran vulgares y con el tiempo estos cantes fueron quedando relegados para guitarra y baile.


Garrotín y martinete
Según explicó Coto lo bailó Faíco en 1912 y Carmen Amaya en la película Los Tarantos . “Parece oriundo de Asturias o del antiguo reino de León. Luego fue llevado a Cataluña y se asimiló. Es una creación gitana, una melodía pegadiza y muy graciosa y facilona, lo que hizo que fuera incorporado en la Zarzuela, concretamente en la Corte del Faraón, en una versión más ramplona que la popular”. Su aflamencamiento, dice Coto citando a numerosos estudiosos, llega con Pastora Pavón a principios del siglo XX. Otro posible origen es por la presencia de asturianos en el puerto de Cádiz para emigrar a América, tesis sostenida por Vicente Escudero y Caballero Bonald. Por su parte José Carlos Luna arremete contra su inspiración norteña “engendro desafortunado de praviana y gallegada”. Pero son legión los artistas de primera categoría que interpretan estos dos palos, lo que según Coto demuestra la importancia de este palo.

Respecto al martinete, Hipólito Rossi, en su libro Teoría del Cante Jondo habla de su origen diverso de varias procedencias, entre ellas la asturiana y que tiene relación con el nomadismo gitano. Lo cierto es que en su libro recoge que un martinete puede ser cantado sin que les parezca extraño por vecinos de Mieres o de Covadonga, lo que confirma su familiaridad con estos sonidos.


Las llegada del flamenco a Oviedo
El flamenco llega a Oviedo a través de los cafés cantantes y tablaos. Coto concreta esa fecha hacia 1884, cuando se crean cafés como el café Madrid, Café Alfonsos, Teatro Circo, Café Oviedo y muchos más, con actuaciones de Antonio Pozo “El Mochuelo”, Pastora Imperio y La Argentinita, entre otros.

En Oviedo el escritor Ramón Pérez de Ayala estuvo muy cerca del hecho andaluz y era aficionado al cante flamenco y fue uno de tantos intelectuales que solicitó ayuda al ayuntamiento de Granada, junto a otras personalidades, demandando apoyo para el Concurso de Cante Jondo de 1922 promovido por Manuel de Falla y Federico García Lorca, nos explica el conferenciante.

El primer artista aficionado al flamenco de Oviedo se llamaba Alejandro Rivero “Caracoles y Carina” según recogió la revista Oviedo. Amenizaba fiestas y tertulias de la aristocracia ovetense cantando, tocando y hasta bailando. Era conserje del Colegio de Abogados de Oviedo

Asturias en la copla flamenca
Asturias aparece citada en muchas coplas, señala Coto. Antonio Mairena en una bulería recoge el cantar asturiano de “Santa María/ en el cielo hay una estrella que a los asturianos guía/. Carmen Linares cita a Asturias en bulerías. Camarón en taranto: “Arañaba con las uñas/un niño como un león/hubo una inundación/en una mina de Asturias/su padre dentro quedó.
Alonso el del Cepillo tiene una nana basada en las añadas asturianas en las que una madre avisaba a su amante de que su marido estaba cerca.
Otros que citan a Asturias fueron, según Coto, Macandé, Francisco Gabriel Díaz Fernández, Antonio Pozo Mochuelo, Chano Lobato y Carmen de la Jara.
Pero, dice Coto, también hubo cantantes asturianos que hicieron flamenco, como el afamado José González El Presi que se atrevió a hacer una vaqueirada por bulerías y cantó por tarantos y Orestes Menéndez, que interpretó guajiras, milongas y hasta seguirillas.
No olvida el conferenciante el hermanamiento entre Asturias y Andalucía a través de la música clásica gracias a Nikolái Rimski-Kórsakov, que lo hace en su Capricho Español
Para Coto se puede llegar más allá, “pues hay autores que dicen que el cante jondo tiene su origen en Asturias, como José Ruiz, de la Academia de Bellas Artes de san Telmo en Málaga en una ponencia titulada “Del Canto al Cante” en la que habla de que las tropas del general Ballesteros en la Guerra de la Independencia con sus 8.000 soldados asturianos que operaron en la serranía de Ronda participaron en el nacimiento del cante jondo llegando a la conclusión de que las tonadas flamencas son asturianadas andaluzadas. Inició su estudio tras escuchar al cantante de tonada asturiana Juan González Cristobal, “El Presi” e inició su obra. Sin embargo no hay que olvidar que El Presi hizo su aparición como cantante flamenco en 1929. Estas tesis levantaron alguna que otra polémica, como la protagonizada por la revista Sevilla Flamenca” explicó Coto.

La conferencia fue muy aplaudida no sólo por los datos y anécdotas citados por Coto sino también por la magnífica intervención de los artistas que utilizaron su arte en el flamenco y en la tonada asturiana para reforzar las tesis de concomitancia defendida por tantos autores entre ambos estilos. Ese mismo día se conoció la noticia de la muerte de un minero asturiano a consecuencia de un derrabe en un pozo de Cangas del Nancea. De forma espontánea, el Yeyé de Cádiz y José María Molero decidieron dedicarle un taranto, lo que arrancó los emotivos aplausos del público.

martes, 20 de octubre de 2009

Asturias en el flamenco



(Club de Prensa de la Nueva España. 22-X-2009) Toná con bastón

"Asturias en el flamenco" es el título de la conferencia que dió ayer jueves día 22 en el Club de prensa de La Nueva España el experto flamencólogo Miguel Gutiérrez Coto, dentro de los actos programados por la Peña Flamenca Enrique Morente de Oviedo en su XXV aniversario. El acto tuvo lugar a las 20 horas y durnte la conferencia hubo un pequeño concierto mixto con Antonio López Olmo, el yeyé de Cádiz al cante y el jerezano José María Molero al toque, que repite actuación en Oviedo, tras acudir recientemente a la actuación de Sonia Miranda en las pasadas fiestas de san Mateo. Ambos artistas son grandes figuras del flamenco, compositores los dos, y que destacan por su largueza y dominio de lo clásico, aunque también han hecho incursiones innovadoras. Además y para comparar las concomitancias entre la tonada asturiana y el flamenco interpretó algunos temas Juanjosé Martínez Gutiérrez "Juanjo", junto a Alberto Varillas a la gaita. Escucha al Yeyé de Cádiz

Fiesta, tronío y casta en el Campoamor


Ver y escuchar a Estrella Morente permite comprender porqué el genial e internacional guitarrista Sabicas (Pamplona, 1912- Nueva York 1990) lloró cuando a los ocho años la niña le acompañó por tarantas. El teatro Campoamor de Oviedo se vistió en la noche del sábado de fiesta gitana. No era la primera vez que Estrella se las veía con los ovetenses. Ya estuvo, con 18 años, en 1998, cantando para la peña que lleva el nombre de su padre en una memorable velada en el hotel Los Fresnos. Luego volvió, más famosa ya, al Campoamor.
Pero la actuación del sábado 10 en el teatro carbayón bien merece pasar a los anales de la historia del flamenco. De fiesta fue el ambiente que la granadina creó con sus cuatro palmeros y cantaores de atrás, y al toque, con la virtuosa guitarra de su tío Montoyita (muy aplaudida). Monty, Ángel y Pedro Gabarre, su hermano Enrique Morente, Remedios Heredia y Antonio Carbonell arroparon con absoluta entrega a la cantaora. Fiesta flamenca porque sonaron bulerías, alegrías y hasta fandangos con ritmo lejano de bulerías y porque todos se arrancaron a bailar, a palmear, a cantar y a jalear. Tronío porque Estrella Morente tiene una voz potente, curtida y bien trabajada (tiene en casa buenos maestros) que llegó al sentimiento del público que abarrotó el teatro ovetense y que acabó poniéndose en pie para aplaudir con energía y auténtico fervor a los artistas.
Estrella Morente ya había dejado hace unos años en el mismo escenario el pabellón muy alto, pero lo de la noche del sábado ha creado un antecedente tan sólo comparable a la estela que dejó Paco de Lucía en sus citas con Oviedo. Espectáculo flamenco por todo lo alto pero también “en familia”, pues la Morente se encontró al final muy a gusto y se arrancó por fandangos a pelo, con la voz pura y sus “primos” en pie en una expresión de gratitud hacia un público tan entregado y cálido. El propio alcalde, Gabino de Lorenzo, aficionado confeso, gozó del espectáculo en la soledad e intimidad del palco, sin dejarse ver, pues el cante jondo exige una introspección poco compatible con la proyección pública de su cargo. La artista estaba guapísima cuando entró en el escenario por alegrías de Cádiz con un gran abanico, y con ese toque personalísimo que solo los Morente (padre e hija) saben tener. En un espectáculo de excelente acústica e impecable sonido escuchamos aquella copla tan popular “con las bombas que tiran los fanfarrones hacen los gaditanas tirabuzones” que tan a cuento viene estos días en que recordamos en toda España la francesada. La granadina entró luego por tangos con un público más animado, más flamenco, que se atrevió a piropearla (“Estrella guapa, Asturias te quiere”) demostrando una vez más la inconsistencia del mito del ovetense estirado y excesivamente formal. Escuchar a Estrella es también escuchar a Enrique Morente su padre y maestro (y productor), pero es además ver los bailes de su madre Aurora Carbonell y sentir los ecos de la saga de los Montoyita-Carbonell, una de las grandes familias del cante jondo. Tras la vibración y el ritmo de los cantes festeros la cosa se pone seria y le llega el turno a la seguiriya y aquí es fácil detectar la casta de la que proviene y ese sentimiento profundo que suele arrancar alguna lágrima, pues no solo a Sabicas le rompe el corazón. Es la parte más intimista del espectáculo y se acerca desde la granaína hasta desembocar en una taranta, ese cante minero que tan bien entendemos los asturianos. Transmite solemnidad y soledad ayudada del toque puro y virtuoso de Montoyita. Entra luego con un fandango dedicado a Picasso y en el ecuador de su actuación ofrece al público una sorpresa fuera de su repertorio flamenco con una estupenda versión aflamencada del tango Nostalgias demostrando que es una cantaora larga no solo en el flamenco sino en otros géneros. Tras interpretar el famoso tango de Gardel hace un elegante y premeditado mutis por el foro y el público le regala su primer aplauso prolongado. No sería el único. Para abrir la segunda parte Montoyita (chaqueta fuera) nos deleita con aires de soleá de Alcalá (según nos apunta Miguelón, veterano de la peña flamenca Enrique Morente, organizadora de la actuación, y posiblemente el mayor entendido de flamenco en Asturias mientras no se demuestre lo contrario) que deriva en bulerías festeras de Jerez, que preparan la entrada en escena de la estrella, con un precioso mantón de Manila verde, única licencia cromática en un grupo en donde predomina el negro del luto gitano. Con tangos de Enrique (Morente) el espectáculo recobra el ambiente festivo reforzado con unos tanguillos toreros para volver a unas bulerías magníficas que arrancan aplausos confirmando que Estrella Morente triunfó ante un público entregado dejando en el norte de España una huella flamenca difícil de superar. Su padre nos pondrá la guinda el próximo 21 de noviembre tras cuya actuación, auguramos que se disparará el número de aficionados a esta cultura universal que es el flamenco.

"De José el de la Tomasa aprendí la libertad y de Naranjito la disciplina"


Foto: Alfredo Menéndez
Sonia Miranda compartió el pasado fin de semana con los ovetenses y asturianos su pasión por el flamenco, en el marco de las fiestas de san Mateo y de la celebración de las bodas de plata de la peña Enrique Morente. En la catedral de Oviedo actuó el sábado 20 a las 8 de la tarde en la Misa Flamenca junto con José María Molero (guitarra), Eduardo Costa (flauta) y Sebastián Fuenzalida (violonchelo). A medianoche, y en un escenario más reducido cantó para la peña ovetense.

En una basílica ovetense abarrotada de público alzó su voz potente y dulce por entre las altas bóvedas y arbotantes góticos con una acústica impecable y solemne. Entró por fandangos de Huelva dedicados a la virgen de Covadonga y a san Mateo en una adaptación de la propia artista. El Aleluya se expresó con alegrías de Córdoba. El Santo se presentó con bamberas por soleá y llegamos al momento más jondo con un Cordero de Dios por seguiriyas, con una interpretación y un quejío desgarrador, en un ejercicio de misticismo musical que dejó ver sin tapujos toda la carga de espiritualidad del cante flamenco. Hizo luego la cantaora sevillana un guiño al gran público para interpretar una adaptación muy flamenca y muy trabajada del Ave María de Schubert, para acabar la misa con unas rumbas con referencias a Oviedo y a sus fiestas (“De Sevilla hasta Oviedo he llegado para cantar”). El final fue un rotundo y merecido aplauso de todo el público en pie tras una misa especial (aunque no es la primera) de la que quedará recuerdo imborrable tanto para fieles como para aficionados al cante que gozaron del privilegio de escuchar a la divina Sonia Miranda.

Eso fue a las 8 de la tarde del sábado 20, víspera de la fiesta mayor de la capital asturiana, san Mateo. De noche y ya para un público más reducido (unas 50 personas), dio lo mejor de sí misma en la velada de la peña flamenca de Oviedo Enrique Morente, en el salón Enol del hotel La Gruta. Entre ensayo y prueba de sonido pudimos charlar con Sonia, que unas horas después de su llegada a Asturias se sentía “como una paisana más”.
A Sonia le gustan las misas flamencas “aunque me ponen nerviosa por la solemnidad” y habla de los palos que mejor se adaptan a este tipo de rituales: “Le van bien las malagueñas del Mellizo, la propia petenera, las alegrías poco, pero las de Córdoba son más suaves y se adaptan mejor. El canto por bamberas también se adapta bien y aunque se deriva de la soleá es más musical. La seguiriya es un palo fuerte, muy espiritual y por ejemplo la letra del Cordero de Dios te pide hacerlo por seguiriyas. Las despedidas pueden ser más alegres, rumbas, alegrías, sevillanas…”
Sonia demostró en la velada nocturna de la peña que hace honor a su largueza y que domina todos los palos y eso se debe, como ella misma dice “a que he escuchado mucho flamenco y he bebido de las fuentes fundamentales, adaptándolo luego a mi forma de cantar. “José el de la Tomasa Naranjito de Triana me enseñaron muchísimo y de ellos me he quedado con lo mejor de ellos. El de la Tomasa me enseñó la libertad y Naranjito la disciplina aunque tengo más referencias: por supuesto la Niña de los Peines, Chacón, Caracol, Camarón, Carmen Linares y de los que están empezando ahí tenemos a Estrella Morente, Mayte Martín, Poveda…y muchos más que estamos ahí gracias a los que he citado primero y a otros.”
La velada flamenca de Oviedo (aquí ya compartiendo protagonismo con la magistral guitarra de Molero) comenzó por Granaínas, continuó con bamberas, siguió con una farruca (un guiño a Asturias ya que el origen de este palo proviene de esta tierra), siguió por alegrías de Córdoba para finalizar por bulerías, poniendo broche de oro a las bodas de plata de la peña ovetense que ya tiene preparadas más actuaciones: el 10 de octubre, en el teatro Campoamor, Estrella Morente y el 21 de noviembre su padre, el cantaor que da nombre a la única peña asturiana: Enrique Morente, que actuará también en el mismo teatro ovetense. Además, a lo largo del mes de octubre y de noviembre se desarrollarán en el Club de Prensa de La Nueva España varias conferencias sobre el flamenco en el que habrá actuaciones de “El yeyé de Cádiz” junto a José Molero, Pepe Lara Añón junto a Paco Lara y Gemma Caballero junto a Pedro Barragán y de las que informaremos puntualmente.

Divina Sonia


Foto: Alfredo Menéndez
Ficha:
Misa Flamenca en la Catedral de Oviedo. Cante: Sonia Miranda. Guitarra: José María Molero. Flauta travesera: Eduardo Costa. Violonchelo: Sebastián Fuenzalida. Sábado 20 de septiembre, 20 horas. Celebrante: José Franco.


El cantaor gaditano Enrique el Mellizo (1848-1906) creó unas malagueñas intuyendo como nadie la afinidad de la música sacra con el cante jondo. Inventó las malagueñas del mellizo, cante que, por cierto, domina a la perfección nuestro cantaor ovetense Falo Jiménez ‘El Falo’. Años después, en 1965, el Concilio Vaticano II reconocía la “necesidad de adaptar la liturgia y la música y el arte sagrados a los diversos pueblos”. Se pusieron a partir de entonces las bases de lo que hoy se llama Misa Flamenca, como la que interpretó la cantaora sevillana (aunque afincada en Almería) Sonia Miranda. Nada que envidiar a las misas de Paco Peña o del propio Enrique Morente. Sonia Miranda compartió este fin de semana con los ovetenses y asturianos su pasión por el flamenco y nos mostró sus grandes dotes para el cante y su largueza en el dominio de todos los palos, hasta de los más desconocidos, como la bambera, la farruca (cante de origen asturiano) o las alegrías de Córdoba. Y es que Sonia Miranda alcanzó en esta última década su madurez profesional porque, como ella misma reconoce recogió lo mejor de sus maestros. De José el de la Tomasa, la libertad. De Naranjito de Triana, la disciplina. Y con tales pertrechos se presentó en Oviedo. En la catedral, la disciplina y el esfuerzo de adaptar una música y una expresión desgarradora y que no conoce de normas a la rigidez de una liturgia y a unas formas rituales. En la posterior velada nocturna de la peña Enrique Morente, su libertad, su capacidad de adaptar a su personalísimo estilo todo tipo de músicas (aquí ya compartiendo protagonismo con la magistral guitarra de Molero).

En la catedral de Oviedo alzó su voz potente y dulce por entre las altas bóvedas y arbotantes góticos con una acústica impecable y solemne. Entró por fandagos de Huelva dedicados a la Santina y a san Mateo en una adaptación de la propia artista. El Aleluya se expresó con alegrías de Córdoba. El Santo se presentó con bamberas por soleá y llegamos al momento más jondo con un Cordero de Dios por seguiriyas, con una interpretación y un quejío desgarrador, en un ejercicio de misticismo musical que dejó ver sin tapujos toda la carga de espiritualidad del cante flamenco, al modo del “sonido encarnado” de la música india que sirve de esperanza de los pobres y de los que sufren sed de justicia. Así lo detectó también José Franco, que ofició la misa y que comparó el flamenco con el dolor, la angustia y la esperanza. Hizo luego la cantaora un guiño al gran público para interpretar una adaptación muy flamenca y muy trabajada del Ave María de Schubert, para acabar la misa con unas rumbas con referencias a Oviedo y a sus fiestas (“De Sevilla hasta Oviedo he llegado para cantar”). El final fue un rotundo y merecido aplauso de todo el público, en pie, y las alabanzas a los artistas del propio celebrante, que no escondió su sintonía con el flamenco. Merecido broche de oro para las bodas de plata de la peña Enrique Morente, organizadora de esta misa de la que quedará recuerdo imborrable tanto para fieles como para aficionados al cante que gozaron del privilegio de escuchar a la divina Sonia Miranda.